Marchamos ayer a visionar The Babadook, película a la que me iba a
enfrentar con grandes expectativas: que si la película más aterradora,
que si una de las mejores películas de terror en años, que si un filme
inteligente... Vamos, una retaíla de elogios que podían ser justificados
o, como en muchas ocasiones, una nueva ida de olla de la crítica
ensalzando un producto más que cuestionable. Afortunadamente, entraría
en la primera sección.
The Babadook parte de una sencilla premisa: explorar e indagar en el
ya conocido mito del "hombre del saco", personaje acercado al mundo el
celuloide en la última década de manera más o menos acertada, con
ejemplos como la deplorable Boogeyman, la irregular The Tall Man o la
perturbadora Sinister, por poner algunos ejemplos. Pero, acá, la
directora Jennifer Kent va un paso más allá y lo utiliza para llevarnos a
una exploración de la mente y el miedo a través de unos personajes que,
dicho sea de paso, están interpretados de manera sobresaliente. Essie
Davis (Amelia) se sale y Noah Wiseman (Samuel), a pesar de algún momento de sobreactuación, está casi impecable.
Para
ello, la directora nos adentrará en una historia que aparentemente está
imbuida en lo sobrenatural (podríamos hablar de presenciar una película
más de casa encantada), pero que indaga con pulso fuerte en el terreno
del terror psicológico, que es donde realmente radica su fuerza. De
hecho, quizás un defectillo (y ya es para ser meticuloso) es que, hacia
el final, se deja llevar más hacia el campo de lo sobrenatural cuando,
realmente, al filme no le hacía ninguna falta.
Ayudada
de una saturación baja (aumentando así el componente gris durante
prácticamente todo el metraje), dejando zonas de oscuridad en numerosos
encuadres y cerrando el campo de visión con la cámara, la directora
consigue fabricar una atmósfera de desasosiego brutal, fomentando, de
esta manera, la creación de una tensión en el espectador que le
acompañará a lo largo de toda la película. Tensión que irá ampliandose
con el resquebrajamiento psicológico de la protagonista y que, sin duda,
es un de los puntos fuertes de la película.
Sí, mis
cuates, afortunadamente no es la típica película aderezada de múltiples
sustitos que vienen acompañados de la consabida subida de volumen en la
banda sonora. No, Babadook no es nada de eso. Es un macabro cuento infantil que se convierte en un perturbador cuento de terror adulto que fluctúa con acierto en una buscada ambigüedad.
Una ambigüedad que ofrecerá no sólo un babadook, sino dos o, quizás,
hasta tres.Tal vez sea esa la razón de que llame tres veces:
Ba-Ba-Dook-Dook-Dook. Un nuevo acierto. Porque el terror puede venir de
lo sobrenatural, pero también (y esto es lo que la hace más interesate), de la debacle anímica y mental. The Babadook es dolor, angustia, pérdida, inestabilidad, ingredientes suficientes para que el mundo se desmorone a tu alrededor. The Babadook es el monstruo, es el miedo, ese que vive en el armario, ese que habita en lo más recóndito de tu interior.
En definitiva, un terrorífico cuento cinematográfico que sí que hay que dejar entrar...
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