Llevo muchos días dándole vueltas y vueltas a posibles acciones que puedan llevar a cambiar la situación en que vivimos. Me refiero a un sistema que sigue oprimiendo al pueblo, que sigue exprimiéndolo a través del miedo, y sólo para que unos pocos seres sigan enriqueciéndose sin ningún tipo de pudor. Poco importan las personas en este sistema impuesto por las leyes del Mercado en el que se ha visto inmerso el planeta. Y, quizás, por eso, contra lo que hay que combatir es contra el sistema productivo. Creo que la única manera de hacer daño a este sistema de engaños, especulaciones e intereses económicos salvajes que dejan a las personas en una aparente indefensión (explotación laboral, pérdida de derechos, miedo, desesperación…), es atacando a quienes son partícipes y se aprovechan de esta situación.
Van pasando los días y observo que las manifestaciones, la huelga general de un solo día, las concentraciones, las recogidas de firmas, apenas sirven para nada. Bueno sí. Para que desde la clase política nos sigan tomando el pelo. Desde el Gobierno, sin dar pasos para atrás, insultando, endureciendo las leyes y las medidas a tomar, riéndose, casi, casi, en nuestra cara. Desde los partidos de la oposición, haciéndonos creer que se preocupan por la gente y proponiendo medidas que, de estar en el gobierno, tampoco llevarían a cabo. Y así, antes poco a poco y, ahora, estrepitosamente, van empobreciendo a la población y rematando, de una vez para siempre, el maltrecho Estado de Bienestar.
Para cambiar esto, hace falta que nos unamos. Pero, una unión sin fisuras, de las fuertes, de las que hacen daño y son imparables. Y, para eso, hay que, por un lado dar un soporte económico y, por otro, eliminar parte del miedo. Éstas son las dos premisas para poder llevar a cabo una especie de HUELGA GENERAL DURADERA que ataque a las grandes multinacionales. Veamos. Podríamos resumir de una manera muy esquemática cómo funciona el Mercado:
PRODUCCIÓN – VENTA > TRANSPORTE – DISTRIBUCIÓN > VENTA – CONSUMO
Consiste en hacer daño a, precisamente, el funcionamiento de éste. ¿Cómo? Ya lo he comentado: uniéndonos. Bueno, y haciendo un esfuerzo que de verdad pueda valer la pena. ¡No ese esfuerzo que pide el gobierno!
Por un lado, hay que lograr un colchón económico. La manera de conseguirlo es a través de todas aquellas personas que trabajan, pero que no forman parte de esa rueda de la producción: funcionariado (policías, militares, personal docente, de la medicina, de los servicios sociales…), trabajadores/as sociales, periodistas (radio, televisión, periódicos), profesionales del ámbito sanitario, de la docencia, de la limpieza, del transporte urbano (no de mercancías), desempleados con una buena retribución económica, etc. Todas estas personas tendrían que hacer una aportación económica, dentro de sus posibilidades (no sé, a partir de unos cincuenta euros hasta lo que se pueda –seguro que hay personas que pueden donar cantidades muy elevadas-), que irían a una cuenta de alguna banca ética y sostenible. Bien saben que mi economía no es muy boyante, pero bien a gusto los donaría ya mismo.
Ya hemos logrado el soporte económico. Ahora, podemos eliminar parte del miedo, ese que lleva a perder el sueldo con cada día de huelga, si ayudamos económicamente a las personas que ejercen ese derecho. El siguiente paso, es, a través de una sucesión de huelgas, hacer daño al sistema productivo. ¿Cómo? Avanzando como una cadena de montaje, jejejeje.
Ya hemos logrado el soporte económico. Ahora, podemos eliminar parte del miedo, ese que lleva a perder el sueldo con cada día de huelga, si ayudamos económicamente a las personas que ejercen ese derecho. El siguiente paso, es, a través de una sucesión de huelgas, hacer daño al sistema productivo. ¿Cómo? Avanzando como una cadena de montaje, jejejeje.
Una primera semana de huelga en las fábricas, es decir, en la producción. Una semana parada una fábrica hace mucho, pero que mucho daño.
La segunda semana, estaría destinada al transporte. ¡Bien! Una semana la fábrica parada y, cuando, está en funcionamiento otra vez, no puede sacar fuera la producción que está realizando. ¡uy, uy, uy! Más pupita.
Y, para la tercera semana, huelga en los comercios. Llega la mercancía (pero no hay donde dejarla) y, además, ni siquiera se vende.
De esta manera, se consiguen tres semanas de ruptura con el sistema de producción y consumo que domina el sistema. Por desgracia, creo que es la única manera de lograr que algo cambie y que las supuestas democracias dejen de convertirse en regímenes dictatoriales, inmersas en una total servidumbre hacia el sistema neoliberal imperante. Hay que hacer daño, iniciar una lucha que, al menos, sea una llamada de atención al sistema. Hemos de quitarnos el miedo y pasárselo a quienes, sin ningún tipo de escrúpulos ni remordimientos vulneran los derechos humanos (explotación laboral e infantil), destrozan el medioambiente y los ecosistemas, y siguen mirando a otro lado mientras gran parte del planeta muere de inanición y/o de enfermedades de fácil tratamiento. Sí, que la gente que antepone sus ganancias a las personas, sin importarles “daños colaterales”, empiecen a tenernos miedo.
Quizás, entonces, los partidos políticos comiencen también a tomarnos en cuenta y a representarnos, que es lo que debieran hacer.
Es difícil, casi utópico, pero si de verdad nos uniésemos podríamos lograrlo. Acá no hay izquierdas ni derechas, hay personas. Personas que ven como se oscurece el futuro, día a día, que ven como crecen las desigualdades ante la mirada impasible de quienes dicen representarnos en el poder. Personas que, si se unen y luchan, podrán cambiar este panorama desolador al que avanzamos, por otro de esperanza.
Seguramente, este plan tendrá sus agujeros. Habría que darle consistencia y buscar la manera de hacerlo viable. Pero, por soñar con una solución, con una acción que al menos me dé algo de esperanza, que no quede… Es hora de actuar, de hacernos fuertes y demostrar que “el pueblo unido, jamás será vencido”.
¡Vamos mis cuates!
2 comentarios:
si la gente estuviera dispuesta a hacer algo así ya, no hubiera votado por mayoria absoluta...
Ya lo sé, pero ¡carajo! déjame soñar ¿no? jajajaja
Abracicos, guapetón
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