jueves, 5 de marzo de 2009

De carreras y perritos...

Iba correteando con Luz. Hacía frío, viento, incluso algo de pereza en nuestras piernas. El recorrido, en este caso, era totalmente urbanita: el pleno Casco y un poquillo de la Almozara. Nos introdujimos en el parque. Un pequeño perro (pero, pequeño, pequeño), comenzó a ladrar y vino presuroso hacia nosotros. Luz quedó paralizada por el miedo.

- "Agarre al perro"

- "Chica, que no te va a hacer nada. Es pequeño y sólo quiere jugar..."

- "Pero, agárrelo por favor." El nerviosismo se empieza a apoderar de ella y su voz y gestos lo denotan.

- "Venga Luz, sigue corriendo." Grité yo desde la distancia.

- "Eso corre, a ver si te desestresas." De mala leche, irritada, coge al perro.

Seguimos corriendo después de este intenso suceso. Me extrañaron las malas maneras de la mujer quien, llevando a un perro suelto, tendría que entender que haya gente que le dé miedo, por muy pequeño que sea.

"El mundo, quillos/as, está fatal de los nervios"

2 comentarios:

  1. yo se la tengo jurada al perro del vecino, es un perro salchicha que me ladra violentamente cada vez que me ve. Supongo que huele mi miedo pero es que a mí tb me dan pánico los perros y eso que tengo uno, pero sólo me gusta mi perro... El caso es que la vecina tontarra me dice que le toque que no me va a hacer nada. Claro, el perro ladrando rabioso y voy a agachar la mano, ni de coña. Y me pegó una vez un enganchón en el pantalón. Y como al perro algún día se le ocurra morderme no voy a ser compasiva, le pienso dar una patada y que luego venga la vecina a denunciarme ¬¬

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  2. Jajajaja, mira que eres bestia, Lola. No, la verdad es que tener miedo es horrible, porque es inevitable y, encima, el perro lo nota, ladra y aún aumenta más. ¡Una gran chingada, quillita!

    Te mando un grandísimo besico canino, jejejeje.

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